Eltitoguay
Well-known member
You fail to understand the root of the problem. DRUGS
You can't just build houses and let these people live there. They'll destroy the property. You seem to think that all these people need is affordable housing. That's not going to solve the problem. These people can't afford anything. They don't work nor do they want to work. They just want to keep doing what they're doing. DRUGS
You like to point fingers and blame everything. It's not capitalism. It's not Democrats or Republicans. It's not the government. It's DRUGS
You obviously have no actual first hand knowledge or experience with this issue. If you did then you would know that the root cause is DRUGS
Nothing is going to be resolved until these people stop using DRUGS
You think letting them occupy the current vacant houses is a solution. That says it all. Within a week those properties would be destroyed, the yards would be filled with trash and junk. I don't know who you think these people are. They're not just some guy or gal down on their luck. They're dope fiends whacked out on DRUGS
Until this can be addressed nothing can be done.
But... surely that is the original problem in itself? I'm not that informed about the American situation, but it doesn't seem like that to me. I think it is more similar to the heroin "epidemic" in Western Europe or kokodril in Russia, during the last third of the last century: a problem that appears due to other problems (national and international), and that feeds back on all the previous problems.
The case would be different from what happened on the small and remote island of San Miguel, in the Azores, where a ship sank and left half a ton of cocaine on its shores, to a population that only knew about cocaine from the movies:
La tragedia del pueblo portugués que freía el pescado con cocaína
El futuro de Rabo de Peixe quedó condenado después de que media tonelada de esta droga llegara a sus playas
The tragedy of the Portuguese people who fried fish with cocaineThe future of Rabo de Peixe was doomed after half a ton of this drug reached its beaches
04/11/2022
RABO DE PEIXE (PORTUGAL).
En el pueblo marinero de Rabo de Peixe se palpa la oscuridad de la adicción a las drogas. Los vehículos aparcan en cualquier lado de la calle, indiferentemente, y provocan que peatones y conductores se disputen la circulación. En los cruces aparecen espontáneos de gestos acelerados que dan indicaciones a los coches. Otros paseantes saludan con sonrisas alegres, mostrando su dentadura oscurecida e incompleta. Prolifera el olor de marihuana. Por todos los callejones, mujeres y hombres mantienen el equilibrio sentados en las aceras o en los escalones de las casas. Cerca del puerto, pasa un coche tuneado –modificado para mejorar sus prestaciones– con la música altísima. No consigue inmutar los ojos tristes de unos colegas que, bajo las gorras y las capuchas, contemplan el mar consolados por una cerveza.
Este panorama no es nada propio de un pueblo de 8.800 habitantes enmarcado en la armonía del archipiélago portugués de las Azores, donde la gente es sencilla y vive conectada con la naturaleza, el sector primario y el folclore tradicional. Evidentemente, no es casualidad.
El año 2001 ocurrió un hecho que trastornó gravemente la salud de la localidad y, a pesar de que escasee la documentación oficial relacionada con la cuestión, la memoria colectiva de la población es clara y unánime. A principios de junio, una tormenta afectó a un barco que no tuvo más remedio que varar con urgencia en la costa del municipio con discreción, fuera del campo visual de la vigilancia del puerto. Básicamente, porque se trataba de un velero proveniente de Venezuela de más de 12 metros de eslora cargado de cocaína. El narcotraficante, Antoni Quinzi, O italiano, originario de Sicilia, decidió esconder la mercancía. Una parte en tierra firme, dentro de una cueva cercana, y la otra parte en el fondo marino, anclada entre redes y cadenas. Pero la naturaleza rompió la cuerda que amarraba los fardos y, en cuestión de horas, centenares de paquetes de un kilo de cocaína cada uno aparecieron en el muelle. Atraídas por el hallazgo, familias enteras recogieron los fardos e hicieron despensa.
La ignorancia hizo que se utilizara la cocaína como si se tratara de harina o azúcar: para freír el pescado o endulzar el café.
A priori, el género tenía que llegar a Palma de Mallorca (Islas Baleares, España), a manos de unos destinatarios fácilmente más experimentados con la coca que el vecindario de Rabo de Peixe. La ignorancia hizo que los vecinos utilizaran la cocaína como si se tratara de harina o azúcar. Se usó para freír pescado y los cafés resultaban intoxicados, en vez de edulcorados. Dice la memoria popular que, incluso, el polvo se empleó para pintar las líneas del campo de fútbol del pueblo.
Muertos por sobredosis
Durante las siguientes semanas, los centros sanitarios se colapsaron. Una veintena de muertos y decenas de ingresados por sobredosis evidenciaron la tragedia. Los laboratorios señalaron que la pureza del alcaloide era de más del 80%, cosa que significa que sus efectos eran muy superiores a los de la cocaína habitual del mercado. Las autoridades se apresuraron a advertir del peligro, pero la cocaína ya se regalaba a cambio de favores y se vendía a precios ridículos.“Era muy fácil conseguirla. De camino a casa te podían ofrecer varias veces”, reconoce Marco Moscatel, vecino de un municipio próximo. La medida estándar era un vaso de caña de cerveza que, lleno hasta arriba, costaba unos veinte euros. “Había mucha droga. Todos la probamos y a la mayoría nos gustaba. Algunos se enriquecieron, otros pensaban que podían volar y muchos murieron”, explicaba Yoão, traficante y consumidor, a un medio portugués. “Encontramos cien kilos, probé un gramo y medio y fui directo al hospital. Era muy pura”, reconocía otra víctima.
Los cuerpos policiales rastrearon casas y vehículos para requisar la droga. En el registro de un barco anclado, un pequeño paquete de cocaína delató a O italiano, que, sin resistencia y noblemente, colaboró con la investigación. Antoni Quinzi compartió la ubicación de la cueva del tesoro con la policía, que rebajó el pánico anunciando que había requisado 400 de los 500 kilos de cocaína que, presuntamente, transportaba el velero. Esta cifra es dudosa, puesto que una embarcación de las características descritas podía cargar más de tres toneladas de coca.
Hasta ese momento, el tráfico de drogas en las islas estaba bien controlado por la policía. Y los pocos casos que había estaban relacionados con el hachís; se veía muy poca cocaína, y era considerada una droga "de la elite". Pero la situación se les escapó rápidamente de las manos con la aparición de la cocaína de Quinci.
Jose Lopes, el policía que estuvo a cargo de la investigación en su momento, estima que pudo haber habido hasta 200 kilos de cocaína más que fueron hallados, pero nunca reportados. De golpe, la vida tranquila se vio alterada por una invasión de gente buscando comprar droga. Era de una pureza extrema, cercana al 80%, y ninguno de los consumidores estaba preparado para manejar el hecho de que eso la convertía en altamente adictiva. Un policía contó acerca del caso de un hombre que se conectó un suero compuesto por agua y cocaína al brazo, y no salía de su casa por días.
El resultado fue catastrófico. Guardias de hospitales inundados por sobredosis, pacientes que llegaban con síntomas similares al de un paro cardíaco, o inconscientes. "En muchos casos, tuvimos que hacerlos revivir, literalmente", explica Mariano Pacheco, un médico que trabajó durante ese período. "En algunos casos, no lo lográbamos".
Un mes después del primer hallazgo de cocaína, la televisión y los diarios locales informaban sobre los masivos aumentos en la cantidad de sobredosis, y aconsejaban a la población no probar cocaína debido a los riesgos. El 7 de julio de 2001, el diario Açoriano Oriental publicó el siguiente titular en tapa: "La cocaína mata en San Miguel".
Más de veinte años después de la llegada de la cocaína, se estima que más de la mitad de la población es drogadicta
Durante estos años, en Rabo de Peixe se extendió el consumo de cocaína y, en consecuencia, de heroína, puesto que la pureza de la primera requería drogas más potentes para complementar sus efectos. Los servicios sanitarios y de asistencia social no estaban preparados para tratar la drogadicción, así que centenares de familias fueron víctimas del consumo exagerado. “Quien guardó la cocaína se hizo rico. Los que solo la consumían, unos desgraciados”, dice Moscatel.
El hecho de empezar a consumir una droga tan pura y potente los obligó en su momento a recurrir a otras sustancias para lidiar con los síntomas de la abstinencia. Así fue como muchos de ellos terminaron adictos a la heroína, que llega desde el continente europeo. "Esa droga arruinó mi vida por completo", acotó un adicto en recuperación. "Sigo pagando el precio hasta el día de hoy".
Actualmente, se estima que la mitad de la población adulta de Rabo de Peixe es drogadicta. André, un hombre de apariencia muy desgastada, aclara que la forma de sobrevivir es “gracias al banco de alimentos y la renta de inserción social”, que proporciona a los portugueses en situación de pobreza extrema cerca de unos 200 euros mensuales. Por eso, entre el 20 y el 22 de cada mes en los cajeros automáticos se forman colas para recoger un dinero en metálico que probablemente irá destinado a la compra de estupefacientes.
Más de veinte años después del inoportuno naufragio, Netflix Portugal está grabando una serie sobre el caso que lo dará a conocer en todo el mundo. Una historia basada en hechos reales y con unas secuelas que han abatido a un pueblo entero.
La tragedia del pueblo portugués que freía el pescado con cocaína
El futuro de Rabo de Peixe quedó condenado después de que media tonelada de esta droga llegara a sus playas
es.ara.cat
El día que en una pequeña isla apareció media tonelada de cocaína y nada volvió a ser igual
Hace 20 años, la pacífica vida de una comunidad se vio trastocada luego de que un narco perdiera allí todo su cargamento.
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