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Imperio Paraguayo - THC Magazine (transcription)

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IMPERIO PARAGUAYO
DEL PRENSADO MEADO A LA REVOLUCIÓN DEL PINITO
QUIENES Y COMO AMASAN NUESTRO PAN DE CADA DÍA


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EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Por Mariel Fatecha
Fotos Amadeo Volaaruez / Wallir Bofinger

LLEGARON POR CASUALIDAD. Y MUCHA CURIOSIDAD
MIENTRAS HACÍAN UNA GUÍA TURÍSTICA DE LA GRAN NACIÓN GUARANÍ. DE PASO INSPECCIONARON LA
GRANJA, ACLARARON LOS MALOS ENTENDIDOS Y CERRARON UN NUEVO ACUERDO DIPLOMÁTICO
SOMOS TODOS ARGENGUAYOS


Uno compra el pan y no anda preguntando quién lo amasa. Vivi diez años, allí conocí a mi pareja (Amadeo, un fotógrafo del diario ABC color), y jamás se me ocurrió visitar los campos donde se cultiva, después del mate, la yerba más popular de este país. Tenía mis motivos, varios murieron en cl intento. El primero fue un corresponsal del diario Noticias en Pedro Juan Caballero, "la capital de la marihuana": Santiago Leguizamón cayó con 21 tiros en cl cuerpo el 26 de abril de 1991, mientras se festejaba el Día del Periodista en Paraguay. Dicen que tenía una foto de Pablo Escobar Gavirin con Fahd Yamdl (un capo narco de Ia zona) y el entonces presidente Andrés Rodríguez.

Quiso el destino que Amadeo y yo conociéramos "Pedrojuan" - como dicen los lugareños de esta ciudad- en plena época de carnaval, mientras trabajábamos en el contenido de una guía turística sobre el país. Pedrojuan es la capital del departamento de Amanbay y está unida a Ponta Porã, en Brasil, a través de la Avenida Internacional.

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Note: ?????? no se puede leyer la palabra

Las fiestas con homenaje al rey (??????) ganaron fama por la abundancia de marihuana y cocaína. El tráfico de cannabis emplea a más de la mitad de la población, cubierta con un manto de silencio cuando se quiere hablar del tema.

Habíamos llegado al mediodía, hartos del calor y dos típicos sitios de interés que veníamos registrando. El cuarto que conseguimos estaba cerca del mercado popular, (??????) de esta urbe, que parece un gran desordenado de calles enmarañadas. Allí, intentábamos dormir con la música a todo volumen que provenía del inmóvil de enfrente donde funcionaba una discoteca. Al rato se oyeron un par de disparos y la música cesó. Pocos minutos después, una sirena de una ambulancia. Cuando esta sí alejo, la música y la fiesta continuaron. Se llevaron a un chico brasileño con un tiro, pero sí salvó. "Es algo normal aquí, la semana pasada estábamos con unos amigos tomando tereré en la vecina cuando pasó una camioneta a toda velocidad y ametrallaron la casa de enfrente", nos contó al día siguiente João, un joven de Punta Porá que vive en el lado paraguayo. "Si no te metes con la mafia, la mafia no mete contigo" nos advirtió cuando quisimos saber más sobre el asunto.

Dicen que la forma "más segura" de conocer la cocina del tráfico es esperar algún operativo policial; la nuestra era un contacto de Amadeo: el corresponsal de ABC Color en Amambay, Cándido Figueredo. En sus crónicas siempre mencionaba de Pedrojuan que un pueblo cerca de Pedrojuan que no figura en mi guía de viajes, pero que realmente merece ser registrado, Nada menos que lugar donde se amasa el 60 por ciento de toda la marihuana que produce Paraguay. Capitán Bado.

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Cándido sobrevive día a día en un territorio hostil, donde la silenciosa guerra entre narcotraficantes deja, con promedio, diez muertos por mes. Es un morocho fornido, de aspecto rústico y hablar fuerte que pisa los cincuenta. Hace 4 años, por una serié de artículos suyos sobre los capos narcos de Capitán Bado, balearon la sede del diario en Pedrojuan. "En esa zona estimo- se cultiva la macoña más codiciada de América y probablemente del mundo"

El lugar predilecto para tirar los cuerpos sin vida (el suyo vale 50 mil dólares) es la Avenida Internacional porque "la policía no investiga hasta saber si el muerto es brasileño o paraguayo, es tierra de nadie". Cándido también ha recibido amenazas de las fuerzas policiales que protegen al narcotráfico y ya le reventaron su casa a balazos, dos veces. Por eso, anda custodiado por la policía... y una pistola calibre 45 en la cintura (con un cargador de repuesto). Durante la charla con su redacción, surge el nombre de Waldir Bofinger, el director de "capitanbado.com". Es un periodista brasileño que vive en ese pueblo, a tres horas de viaje de Pedrojuan y que puede darnos a un buen paseo.

En el diario ABC, me comenta Amadeo a la salida, Cándido es más popular por sus extrañas aficiones que por su notas, Colecciona, como si fueran estampillas, fotos de cadáveres mutilados, algunos sin manos, otros sin cabeza y todos con balazos en el corazón. Entre sus reliquias personales también figura una colección de calaveras de narcos que recolectó durante años, en sus visitas a los cementerios clandestinos de Amambay.

La mitad de la población paraguaya es campesina. Sobre un total de 5.200.000 habitantes, el 2% es dueño del 75% de toda tierra.

LOS VERSOS DEL CAPITAN

"Es época de lluvia, Capitán Bado queda aislado. Les conviene comprar el pasaje de vuelta allá", nos dijeron en la boletería, Fue la última advertencia antes de subir al micro e internarnos por un camino de tierra angosto y recorrer 120 kilómetros sobre un terraplén bastante feo y poco accesible. Una señora que se sentaba atrás nos preguntó por que íbamos para allá, mentí con naturalidad y entusiasmo: "Estamos haciendo una guía turística". "Quê bueno, es un lugar precioso, no se olviden de ir a los saltos de agua. El Aguaray tiene 88 metros de altura, dijo con orgullo. Por la ventana se veian los cerros y bosques donde viven buena parte de los cultivadores, cerca de la frontera seca con el Matto Grosso do Sul, pic sur del Amazonas en Brasil.

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"Plantar marihuana ya es una tradición, un negocio de familia. Algo que transmite el abuelo a sus hijos y estos a sus nietos", nos comenta Waldir Bofinger mientras caminamos hacia su casa. Es un "brasiguayo" que habla en portuñol, lengua franca de Capitán Bado, dada en ofrecer su ayuda si respetarnos la hora de siesta. "Armen la carpa en el patio", dice antes de escurrirse en busca de su hamaca.

Por la tarde recorremos la ciudad, bastante organizada y pesar de estar aislada en materia de rutas (la mitad de las calles están asfaltadas, las casas son de ladrillos y hay muchas escuelas, colegios y hasta universidades). Bofinger nos cuenta que llegar de Capitán Bado a las plantaciones es un desafío. De hecho, están en un radio de 20 a 100 kilómetros. Podemos acercarnos en auto, parar en determinado lugar y seguir una larga jornada a pie por el monte. Anochece.

La primera frase que lanza Bofinger, ya de entre mesa y sentados en su comedor, es brutal: "Capitán Bado es una de ciudades de Paraguay con mas alto porcentaje de viudas". Las chicas quieren quedarse con los narcos por su dinero y buena vida que llevan pero ellos tienen a vida muy corta, como máximo llegan as 35 años". Aunque los campesinos mayoritamente paguen el precio cuando los policías corruptos necesitan justificar sus sueldos y el negocio tampoco seguro para los patrones, ellas siguen prefiriendo casarse "con los dueños de semillas", La peor matanza fue entre 1995 y 2001, cuando el sanguinario narco brasileño Fernandinho Beira Mar considerado uno de los mayores contrabandistas de drogas y armas de Américas en Capitán Bado.

GOLONDRINAS
Temprano, muy temprano, el sol convierte la carpa en un hervidero. Antes de salir, Bofinger relojea la cámara de Amadeo y exige, por seguridad, que nos olvidemos de ella. - "Yo me encargo de que vuelvan con todos, y con vida", bromea. En un almacén alejado del centro urbano, contactamos a un campesino que conoce a otro, que sabe de otro, que tendría una chacra donde cultiva maíz, mandioca y, un poco más escondido, cannabis brasileño (considerada una de las mejores sativas del mundo).

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La única forma de llegar es caminar casi una hora por un largo tapepoí, nombre Guaraní para esas estrechas sendas hechas por los caminantes en el monte. Nos recibe un anciano arrugado con un físico privilegiado, que trabaja la tierra con sus hijos y nietos. Está indignado de que Capitán Bado no Figure en la guía que nos encargaron. "Este era el granero del norte, le dimos maíz y trigo a todo el país durante años", nos comenta. También ha plantado soja, pero el cannabis es su cultivo fijo.

Preguntamos por las plantas. El abuelo esquiva mi mirada y pide discrecion. Dice que desde hace una década los brasileños coparon la zona y asesinaron familias enteras que, como la suya, culuvaban en pequenas parcelas de 10 metros cuadrados y sacaban entre 30 y 50 kilos, Ahora taen gente que se mete bien adentro de los montes con pila, machete y comida. Limpian cinco, seis hectareas, y con mala suerte sacan dos toneladas por hectárea", se queja el anciano y sorbe un vaso de caña. "Aristócrata" en el comedor, improvisado bajo un techo de paja en la entrada del rancho. Nadie se hace rico cultivando, pero a veces sirve para pagarse el gusto.

Mientras uno de sus nietos prepara "Mbeyu", una deliciosa tortilla de almidon de mandioca que se cocina a leña, nos cuenta que los asserraderos mermaron los bosques y a los cultivadores que se esconden en el monte se les complica ocultar sus plantas "Tambien hay más militares - agrega -, por eso muchos van a plantar a (los departamentos de) Canindeyú, Caazapá o Itapúa".

Le pregunto si tiene miedo de cultivar marihuana y sonríe: "Es como plantar mandioca o yerba mate. Estamos en esto porque mis nietos no consiguen trabajo, acá no hay ni una sola industria", De hecho, uno de sus hijos está acampando en el monte donde sembró cannabis y solo su mujer lo ve de vez en cuando: "Ela lo ayuda scleccionando las hojas, corta las plantas y los capullos'.

La estadia de los agricultores en los grandes plantíos dura, como mínimo, tres meses. Alli mismo montan la prensadora en el tallo de un árbol. Ganan aproximamente 6 dolares al dia por cultivar y asegurar la cosecha. Bofinger nos habla contado que el kilo de algodón se paga a 38 centavos de dolar y el de marihuna a 1,9 dolares. "Algunos - chusmea el viejo - se llevan a las indigenas mas jovencitas que viven cerca y les pagan por la compania". La tarifa varia de acuerdo al servicio y promedia los 35 mil guaranies (7 dólares); claro que los pagos tienen su equivalente en especias, sean "bolitas de cera" (hachis) o cualquier tipo de alimento (arroz, yerba, caña o fideos, etc).

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Nos levantamos después de comer Mbeyu y seguimos al anciano que enfila para la quinta donde cultiva Mandiogaypi (mandioca en guarani). Amadeo le pregunta, con el mayor respeto posible, si fuma marihuana. "No m'hiio, aqui el único que fuma es el que compra". Miro a uno de sus nietos que nos acompaña, machete en mano, y me sonrie. Tendrá 17 o 18 anos y no parece coincidir con eso de que "en casa de herrero, cuchillo de palo".

Atravesamos unos cien metros entre las sendas de mandioca, pasamos unos árboles y vemos las plantas monstruosas: 80 arbustos amontonados de más de metro y medio con cogollos relichantes bajo un sol implacable. "En uno o dos semanas cosechamos", le comenta a su nieto, que se entretiene podando una planta para regalarnos unas flores (luego raspará sus manos y me mostrará una bola marron de hachis).

Su metodo consiste en plantar cinco semillas en un mismo lugar y quedarse con las que crescen mas tarde y sobreviven. Asi, revela, que ha ido mejorando la especie, ya que las plantas que pegan el estirón primero suelen ser machos. Para volver a germinar usa las semillas "que se caen al suelo en la cosecha", porque slempre se escapa algun macho que terminan polinizando unas plantas. La cosecha sucle secarse al aire libre entre 2 y 3 dias. El anciano asegura que él, a diferencia de los cultivadores del monte, seca las ramas bajo los arboles para conservar el aroma.

Le comento que on Buenos Aires dicen que la marihuana paraguaya viene meada. "Para qué haríamos eso?" me pregunta ingenuamente. Intento salir del apuro contándole que el prensado viene con un olor muy tuerte, como de amoníaco. Me dice que en el pueblo no venden amoniaco y que el mal olor puede provenir de las prensadoras: "Las meten casi verdes, quedan todas pegoteadas y seguro que con el tiempo se pudren", lanza enojado (vale aclarar que el olor de amoníaco del prensado proviene de la degradación del nitrógeno, producida por la alta humedad de las plantas al ser compactadas). Su nieto agrega que algunos prensan las plantas con piedras, carbón y otros desperdicios para aumentar el peso de los ladrillos. Cuesta no creerles.

El ciclo comienza a nublarse. El anciano calcula que nos quedan 12 horas antes de que caigan las pruneras gotas. Va a llover por unos días"', dice preocupado por adelantar la cosecha para esa misma tarde. Amadeo y yo apuramos el paso, no tenemos boleto de vuelta a Pedrojuán y debemos escribir la guia de esa ciudad. Capitan Bado no figurará en ella, pero los cogollos frescos que metemos en la mochila alegraran el recuerdo.
 

Creeperpark

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IMPERIO PARAGUAYO
DEL PRENSADO MEADO A LA REVOLUCIÓN DEL PINITO
QUIENES Y COMO AMASAN NUESTRO PAN DE CADA DÍA


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EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Por Mariel Fatecha
Fotos Amadeo Volaaruez / Wallir Bofinger

LLEGARON POR CASUALIDAD. Y MUCHA CURIOSIDAD
MIENTRAS HACÍAN UNA GUÍA TURÍSTICA DE LA GRAN NACIÓN GUARANÍ. DE PASO INSPECCIONARON LA
GRANJA, ACLARARON LOS MALOS ENTENDIDOS Y CERRARON UN NUEVO ACUERDO DIPLOMÁTICO
SOMOS TODOS ARGENGUAYOS


Uno compra el pan y no anda preguntando quién lo amasa. Vivi diez años, allí conocí a mi pareja (Amadeo, un fotógrafo del diario ABC color), y jamás se me ocurrió visitar los campos donde se cultiva, después del mate, la yerba más popular de este país. Tenía mis motivos, varios murieron en cl intento. El primero fue un corresponsal del diario Noticias en Pedro Juan Caballero, "la capital de la marihuana": Santiago Leguizamón cayó con 21 tiros en cl cuerpo el 26 de abril de 1991, mientras se festejaba el Día del Periodista en Paraguay. Dicen que tenía una foto de Pablo Escobar Gavirin con Fahd Yamdl (un capo narco de Ia zona) y el entonces presidente Andrés Rodríguez.

Quiso el destino que Amadeo y yo conociéramos "Pedrojuan" - como dicen los lugareños de esta ciudad- en plena época de carnaval, mientras trabajábamos en el contenido de una guía turística sobre el país. Pedrojuan es la capital del departamento de Amanbay y está unida a Ponta Porã, en Brasil, a través de la Avenida Internacional.

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Note: ?????? no se puede leyer la palabra

Las fiestas con homenaje al rey (??????) ganaron fama por la abundancia de marihuana y cocaína. El tráfico de cannabis emplea a más de la mitad de la población, cubierta con un manto de silencio cuando se quiere hablar del tema.

Habíamos llegado al mediodía, hartos del calor y dos típicos sitios de interés que veníamos registrando. El cuarto que conseguimos estaba cerca del mercado popular, (??????) de esta urbe, que parece un gran desordenado de calles enmarañadas. Allí, intentábamos dormir con la música a todo volumen que provenía del inmóvil de enfrente donde funcionaba una discoteca. Al rato se oyeron un par de disparos y la música cesó. Pocos minutos después, una sirena de una ambulancia. Cuando esta sí alejo, la música y la fiesta continuaron. Se llevaron a un chico brasileño con un tiro, pero sí salvó. "Es algo normal aquí, la semana pasada estábamos con unos amigos tomando tereré en la vecina cuando pasó una camioneta a toda velocidad y ametrallaron la casa de enfrente", nos contó al día siguiente João, un joven de Punta Porá que vive en el lado paraguayo. "Si no te metes con la mafia, la mafia no mete contigo" nos advirtió cuando quisimos saber más sobre el asunto.

Dicen que la forma "más segura" de conocer la cocina del tráfico es esperar algún operativo policial; la nuestra era un contacto de Amadeo: el corresponsal de ABC Color en Amambay, Cándido Figueredo. En sus crónicas siempre mencionaba de Pedrojuan que un pueblo cerca de Pedrojuan que no figura en mi guía de viajes, pero que realmente merece ser registrado, Nada menos que lugar donde se amasa el 60 por ciento de toda la marihuana que produce Paraguay. Capitán Bado.

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Cándido sobrevive día a día en un territorio hostil, donde la silenciosa guerra entre narcotraficantes deja, con promedio, diez muertos por mes. Es un morocho fornido, de aspecto rústico y hablar fuerte que pisa los cincuenta. Hace 4 años, por una serié de artículos suyos sobre los capos narcos de Capitán Bado, balearon la sede del diario en Pedrojuan. "En esa zona estimo- se cultiva la macoña más codiciada de América y probablemente del mundo"

El lugar predilecto para tirar los cuerpos sin vida (el suyo vale 50 mil dólares) es la Avenida Internacional porque "la policía no investiga hasta saber si el muerto es brasileño o paraguayo, es tierra de nadie". Cándido también ha recibido amenazas de las fuerzas policiales que protegen al narcotráfico y ya le reventaron su casa a balazos, dos veces. Por eso, anda custodiado por la policía... y una pistola calibre 45 en la cintura (con un cargador de repuesto). Durante la charla con su redacción, surge el nombre de Waldir Bofinger, el director de "capitanbado.com". Es un periodista brasileño que vive en ese pueblo, a tres horas de viaje de Pedrojuan y que puede darnos a un buen paseo.

En el diario ABC, me comenta Amadeo a la salida, Cándido es más popular por sus extrañas aficiones que por su notas, Colecciona, como si fueran estampillas, fotos de cadáveres mutilados, algunos sin manos, otros sin cabeza y todos con balazos en el corazón. Entre sus reliquias personales también figura una colección de calaveras de narcos que recolectó durante años, en sus visitas a los cementerios clandestinos de Amambay.

La mitad de la población paraguaya es campesina. Sobre un total de 5.200.000 habitantes, el 2% es dueño del 75% de toda tierra.

LOS VERSOS DEL CAPITAN

"Es época de lluvia, Capitán Bado queda aislado. Les conviene comprar el pasaje de vuelta allá", nos dijeron en la boletería, Fue la última advertencia antes de subir al micro e internarnos por un camino de tierra angosto y recorrer 120 kilómetros sobre un terraplén bastante feo y poco accesible. Una señora que se sentaba atrás nos preguntó por que íbamos para allá, mentí con naturalidad y entusiasmo: "Estamos haciendo una guía turística". "Quê bueno, es un lugar precioso, no se olviden de ir a los saltos de agua. El Aguaray tiene 88 metros de altura, dijo con orgullo. Por la ventana se veian los cerros y bosques donde viven buena parte de los cultivadores, cerca de la frontera seca con el Matto Grosso do Sul, pic sur del Amazonas en Brasil.

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"Plantar marihuana ya es una tradición, un negocio de familia. Algo que transmite el abuelo a sus hijos y estos a sus nietos", nos comenta Waldir Bofinger mientras caminamos hacia su casa. Es un "brasiguayo" que habla en portuñol, lengua franca de Capitán Bado, dada en ofrecer su ayuda si respetarnos la hora de siesta. "Armen la carpa en el patio", dice antes de escurrirse en busca de su hamaca.

Por la tarde recorremos la ciudad, bastante organizada y pesar de estar aislada en materia de rutas (la mitad de las calles están asfaltadas, las casas son de ladrillos y hay muchas escuelas, colegios y hasta universidades). Bofinger nos cuenta que llegar de Capitán Bado a las plantaciones es un desafío. De hecho, están en un radio de 20 a 100 kilómetros. Podemos acercarnos en auto, parar en determinado lugar y seguir una larga jornada a pie por el monte. Anochece.

La primera frase que lanza Bofinger, ya de entre mesa y sentados en su comedor, es brutal: "Capitán Bado es una de ciudades de Paraguay con mas alto porcentaje de viudas". Las chicas quieren quedarse con los narcos por su dinero y buena vida que llevan pero ellos tienen a vida muy corta, como máximo llegan as 35 años". Aunque los campesinos mayoritamente paguen el precio cuando los policías corruptos necesitan justificar sus sueldos y el negocio tampoco seguro para los patrones, ellas siguen prefiriendo casarse "con los dueños de semillas", La peor matanza fue entre 1995 y 2001, cuando el sanguinario narco brasileño Fernandinho Beira Mar considerado uno de los mayores contrabandistas de drogas y armas de Américas en Capitán Bado.

GOLONDRINAS
Temprano, muy temprano, el sol convierte la carpa en un hervidero. Antes de salir, Bofinger relojea la cámara de Amadeo y exige, por seguridad, que nos olvidemos de ella. - "Yo me encargo de que vuelvan con todos, y con vida", bromea. En un almacén alejado del centro urbano, contactamos a un campesino que conoce a otro, que sabe de otro, que tendría una chacra donde cultiva maíz, mandioca y, un poco más escondido, cannabis brasileño (considerada una de las mejores sativas del mundo).

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La única forma de llegar es caminar casi una hora por un largo tapepoí, nombre Guaraní para esas estrechas sendas hechas por los caminantes en el monte. Nos recibe un anciano arrugado con un físico privilegiado, que trabaja la tierra con sus hijos y nietos. Está indignado de que Capitán Bado no Figure en la guía que nos encargaron. "Este era el granero del norte, le dimos maíz y trigo a todo el país durante años", nos comenta. También ha plantado soja, pero el cannabis es su cultivo fijo.

Preguntamos por las plantas. El abuelo esquiva mi mirada y pide discrecion. Dice que desde hace una década los brasileños coparon la zona y asesinaron familias enteras que, como la suya, culuvaban en pequenas parcelas de 10 metros cuadrados y sacaban entre 30 y 50 kilos, Ahora taen gente que se mete bien adentro de los montes con pila, machete y comida. Limpian cinco, seis hectareas, y con mala suerte sacan dos toneladas por hectárea", se queja el anciano y sorbe un vaso de caña. "Aristócrata" en el comedor, improvisado bajo un techo de paja en la entrada del rancho. Nadie se hace rico cultivando, pero a veces sirve para pagarse el gusto.

Mientras uno de sus nietos prepara "Mbeyu", una deliciosa tortilla de almidon de mandioca que se cocina a leña, nos cuenta que los asserraderos mermaron los bosques y a los cultivadores que se esconden en el monte se les complica ocultar sus plantas "Tambien hay más militares - agrega -, por eso muchos van a plantar a (los departamentos de) Canindeyú, Caazapá o Itapúa".

Le pregunto si tiene miedo de cultivar marihuana y sonríe: "Es como plantar mandioca o yerba mate. Estamos en esto porque mis nietos no consiguen trabajo, acá no hay ni una sola industria", De hecho, uno de sus hijos está acampando en el monte donde sembró cannabis y solo su mujer lo ve de vez en cuando: "Ela lo ayuda scleccionando las hojas, corta las plantas y los capullos'.

La estadia de los agricultores en los grandes plantíos dura, como mínimo, tres meses. Alli mismo montan la prensadora en el tallo de un árbol. Ganan aproximamente 6 dolares al dia por cultivar y asegurar la cosecha. Bofinger nos habla contado que el kilo de algodón se paga a 38 centavos de dolar y el de marihuna a 1,9 dolares. "Algunos - chusmea el viejo - se llevan a las indigenas mas jovencitas que viven cerca y les pagan por la compania". La tarifa varia de acuerdo al servicio y promedia los 35 mil guaranies (7 dólares); claro que los pagos tienen su equivalente en especias, sean "bolitas de cera" (hachis) o cualquier tipo de alimento (arroz, yerba, caña o fideos, etc).

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Nos levantamos después de comer Mbeyu y seguimos al anciano que enfila para la quinta donde cultiva Mandiogaypi (mandioca en guarani). Amadeo le pregunta, con el mayor respeto posible, si fuma marihuana. "No m'hiio, aqui el único que fuma es el que compra". Miro a uno de sus nietos que nos acompaña, machete en mano, y me sonrie. Tendrá 17 o 18 anos y no parece coincidir con eso de que "en casa de herrero, cuchillo de palo".

Atravesamos unos cien metros entre las sendas de mandioca, pasamos unos árboles y vemos las plantas monstruosas: 80 arbustos amontonados de más de metro y medio con cogollos relichantes bajo un sol implacable. "En uno o dos semanas cosechamos", le comenta a su nieto, que se entretiene podando una planta para regalarnos unas flores (luego raspará sus manos y me mostrará una bola marron de hachis).

Su metodo consiste en plantar cinco semillas en un mismo lugar y quedarse con las que crescen mas tarde y sobreviven. Asi, revela, que ha ido mejorando la especie, ya que las plantas que pegan el estirón primero suelen ser machos. Para volver a germinar usa las semillas "que se caen al suelo en la cosecha", porque slempre se escapa algun macho que terminan polinizando unas plantas. La cosecha sucle secarse al aire libre entre 2 y 3 dias. El anciano asegura que él, a diferencia de los cultivadores del monte, seca las ramas bajo los arboles para conservar el aroma.

Le comento que on Buenos Aires dicen que la marihuana paraguaya viene meada. "Para qué haríamos eso?" me pregunta ingenuamente. Intento salir del apuro contándole que el prensado viene con un olor muy tuerte, como de amoníaco. Me dice que en el pueblo no venden amoniaco y que el mal olor puede provenir de las prensadoras: "Las meten casi verdes, quedan todas pegoteadas y seguro que con el tiempo se pudren", lanza enojado (vale aclarar que el olor de amoníaco del prensado proviene de la degradación del nitrógeno, producida por la alta humedad de las plantas al ser compactadas). Su nieto agrega que algunos prensan las plantas con piedras, carbón y otros desperdicios para aumentar el peso de los ladrillos. Cuesta no creerles.

El ciclo comienza a nublarse. El anciano calcula que nos quedan 12 horas antes de que caigan las pruneras gotas. Va a llover por unos días"', dice preocupado por adelantar la cosecha para esa misma tarde. Amadeo y yo apuramos el paso, no tenemos boleto de vuelta a Pedrojuán y debemos escribir la guia de esa ciudad. Capitan Bado no figurará en ella, pero los cogollos frescos que metemos en la mochila alegraran el recuerdo.
Rivista molto interessante. Grazie per la condivisione.
 

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